Providencia:

Como me lo imagine, Providencia es un lugar de ondas aisladas. En la isla están contenidos muchos habitantes aislados por su situación geográfica. Aunque todos se conocen y mantienen una buena relación, cada uno vive su vida por su parte. Dicho propiamente por Víctor, uno de sus habitantes, no hay muchas cosas que hacer, pescar, vivir el día, etc. La gente de ciudad vive en un estado de stress y paranoia que normalmente los isleños, y específicamente los providencianos no padecen. Esto los hace personas muy pacíficas y tranquilas, con expectativas muy diferentes, y en la misma medida, con intereses muy propios, lo que por un lado dificultó, pero por el otro lado ayudó en la búsqueda de los participantes del taller.

martes, 10 de enero de 2012

-Jueves en la mañana, escuela de niños especiales, a la que llamaré God Bird de ahora en adelante. Me tocaba el grupo de los grandes. Francisco, John, José, Milord, Karina, Freddy y Bill o Bob, no recuerdo su nombre, porque casi no pude trabajar con él, a causa de su estado. De resto, Francisco es un señor de 50 años más o menos, retraído y muy tímido, pero muy buena persona. Al final de la clase me hablo de guitarras. Le debo un globo. John tiene síndrome de Dawn, pero eso no le impide ser una caspa. José es muy amable y siempre está haciendo preguntas y compartiendo. Milord, no entiendo porque está allí. Es una persona completamente normal sin ningún síntoma de nada. Tal vez un caso complicado de conducta, pero no me pareció tampoco una mala persona. Karina, una adolescente que se ríe y entiende perfectamente todo. Freddy es un chico hábil pero bulloso, muy atento pero habla por cantidades, siempre es el centro de atención.

El primer ejercicio fue con los globos. Estaba un poco nervioso y termine esa parte muy pronto. Solo había pasado media hora desde que había llegado allí. Saque entonces los materiales para el segundo instrumento, los pitillos. Comenzaron a cortarlos y a soplarlos. Comencé como siempre por los agujeros, y la forma de hacerlo la había ensenado Bonifacio el primer día con todos los profes. Después de eso había que hacer la boquilla. Todos la hicimos y todos comenzamos a soplar tratando de sacarle el sonido. La decepción era absoluta. La boquilla que me había mostrado Elías tampoco servía de mucho. Por detrás llegaron Gleisson, Harlem y Kent. Gleisson se aventó a ordenarme que le diera globos y yo reaccione bruscamente diciéndole que con esa actitud no iba a recibir nada, se calmó. Harlem dijo por favor, y Gleisson ahí sí dijo por favor, pero no recibieron nada. Por otro lado Kent vio lo que estábamos haciendo y dijo, ay yo sé hacer un pito con un pitillo, es otro pero te lo enseño. Le di un pitillo y en 10 segundos solucionó su pito con un sonido perfecto. Me mostro la boquilla que había hecho y le dije a todos que hicieran la suya igual. Así lo hicieron, y en menos de 5 minutos todas las flautas comenzaron a sonar. Fue un éxito, gracias a Kent. Luego me entere que era el hijo de Ana, mi moto taxista no. 2.

En la tarde nada, me la tome libre y comencé a hacer cuentas.

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