He estado practicando, haciendo una especie de xilófonos de latas, y aunque tienen su ciencia para recortarse, son fáciles de hacer y van perfectos con la idea del taller. Es la primera vez que las hago, y me he dado cuenta de algunas cosas:
-La lata tiene que tener algo de memoria, es decir que no sirven latas muy delgadas como las de
gaseosa, son muy buenas las de alimentos enlatados.
-Los cortes deben ser más o menos precisos para que haga los sonidos que son más musicales. Entre tecla y tecla debe haber un espacio.
-Cada tecla debe tener un doblés en la punta, al que bauticé para mis propósitos “resonador”.
-Cada xilófono necesita una caja de resonancia, que puede ser un garrafón de agua, una nevera, una lavadora o un mueble grande (un cajón).
Recordé a mi amigo Miguel Kuan, que hace sonido con latas. Esto lo divertiría.
Además he estado trabajando en una especie de guitarra con un vaso, un trozo de nylon y un lápiz; también en instrumentos con latas de gaseosa llenos de agua, los cuales aún no tienen sistema de agarre, porque necesitan ser sostenidos desde la tapa y no desde la base, para que haya mayor resonancia; recolecté 5 conchas medianas para hacer sonidos, similares a los que supuestamente hacen los sapos en las noches. Aunque aún no estoy seguro de la fuente del sonido, presumo que algunas personas no saben a ciencia cierta lo que suena así. Debo ver a un sapo haciendo ese sonido para convencerme.
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